El II Concurso de Relatos Cortos ya tiene ganador
miércoles, 14 de septiembre de 2016

Enhorabuena Raúl Gómez de Cerdanyola del Vallès (Barcelona)
El II Concurso de Relatos Cortos en torno al festival “Huesca, Leyenda Viva” ya tiene ganador: Raúl Gómez de Cerdanyola del Vallès (Barcelona). Su obra “Caprichos del destino” fue elegida la ganadora entre casi 200 relatos.
El ganador estará el próximo fin de semana en Huesca para recoger el premio, que consiste en una figura de las pajaritas, una estancia de fin de semana en Huesca con todos los gastos incluidos valorada en 600 euros y un cheque de 1.000 euros.

CAPRICHOS DEL DESTINO

En la primavera del año 1135 de Nuestro Señor, un mensajero, a lomos de su corcel, atravesaba los abruptos riscos del Pirineo aragonés con una misión que cumplir: llegar a la catedral de Saint Pons de Thomières y encontrar al maestro de su rey. Pecho henchido y porte digno cual Alejandro Magno, no fueron pocas las veces que se consideró el recadero descendiente del macedonio, pues, a su parecer, igual de transcendental era un comunicado a tiempo que una épica batalla. Extenuado y hambriento llegó el joven a su destino, pues en su afán, días hacía que no probaba bocado. Allí encontró al abad y, sin bajar de la montura, expuso las complicaciones a las que se enfrentaba aquel al que llamaban El Monje. Cuál fue su sorpresa cando vio cómo el clérigo, sin mediar palabra, asía su cuchillo, se acercaba al huerto, y cortaba algunas coles. No necesitó más el heraldo, harto instruido en el arte de la metáfora y el simbolismo. Sin dilación, agradeció fervientemente al prior su sagacidad, y tornó a tierras oscenses.
Aquella noche, mientras el valeroso caballero volvía a su hogar con un mensaje que cambiaría la historia de Huesca, el abad, piadoso como un santo pero sordo como una tapia, se preguntaba dónde estaría el hombre extranjero. Porque hacía años que no escuchaba palabra, pero no necesitaba el oído para saber que aquel pobre diablo tenía más hambre que un perro vagabundo y que las coles cocidas, una vez frías, no valen un real.